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domingo, 3 de marzo de 2024

Una novela

    El otro día, mientras esperaba en la puerta de un hotel de una ciudad que no es la mía, descubrí un hecho misterioso. o eso es lo que podría haber pensado un escritor cualquiera de novela negra.
    
    Cuando espero, o cuando no estoy haciendo nada, suelo mirar al suelo. Es una de las muchas cualidades que me adornan. Una vez alguien me dijo que parecía que me avergonzara de mí mismo por ir mirando siempre al suelo. Y tenía razón, pero esa es otra historia.
    
    El caso es que en una de mis miradas hacia el suelo, descubrí un cigarrillo entero aplastado en el suelo. Pero no era un cigarrillo sin empezar. Era un cigarrillo que alguien había encendido y luego lanzado al suelo y pisoteado sin piedad. Como un castigo. Y al lado de ese cigarrillo, alejado de él tan solo unos centímetros, había otro más que también había sido prendido y arrojado. Prácticamente entero. Y así, fui descubriendo más y más cigarrillos sin consumir, encendidos y lanzados al suelo. Llegué a contar más de veinte. Todos en un radio de cinco metros. Sin duda era un escenario propicio para la creación de un misterio, pero yo no soy escritor, aunque al menos no sobre el papel. Literalmente.

    En esas divagaciones me encontraba cuando escuché una voz que me preguntaba si había tardado mucho. Era una persona que conocía y con la que había compartido habitación esa noche. 

    Mira, le dije. ¿Has visto esto? 
    ¿El qué? 
    Y yo le señalé, con un gesto circular de mi mano cubriendo todo el espacio que ocupaban, los malditos cigarrillos. 
    Curioso. Deberías de escribir una novela sobre esto, me respondió.
    No puedo, ya lo sabes. Pero dime, ¿Por qué crees que alguien enciende un cigarro y lo tira al suelo tras una o dos chupadas? Y lo que es más curioso aún, ¿por qué lo hace más de veinte veces seguidas?
    Es evidente que está nervioso. O que alguien le interrumpe. O que... 
    Estamos dando por hecho que son de la misma persona, interrumpí. 
    También es evidente. O puede que haya habido un congreso en este hotel para dejar de fumar y sea un ejercicio que les han propuesto. Que cuando tengan ganas de fumar, enciendan un cigarrillo, le den una calada y luego lo tiren. Y al salir, se hayan reunido aquí a desahogarse. 
    Deberías escribir tú esa novela. 

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